El amor desinteresado enaltece el espíritu, la voluntad y el ejemplo. Amar es mirar al infinito con los ojos de quien siente la verdadera gratificación de un gesto o una expresión solidaria.
El amor rebasa las fronteras, y es capaz de fraguar la esperanza en quienes nunca tuvieron la ilusión de materializar los sueños de miles de siglos e incluye principios éticos que engrandecen la satisfacción de hombres y mujeres que con su ejemplo abrazan el mérito de la virtud y el decoro.
Este supremo sentimiento está siempre a nuestro alrededor, aunque a veces, con vendas en los ojos, los indignos pretendan ponerle obstáculos y privaciones, barreras o vicisitudes, para invalidar el compromiso moral de defender las causas justas y enaltecer a la patria en favor del bienestar humano…
CUATRO palabras NO bastan, para definir esta vocación pletórica de pureza, cuando es ofrecida sin compromisos, y SÍ con las convicciones, la lealtad, y los principios revolucionarios inspirados en la idea internacionalista de aliviar el dolor en cualquier lugar del mundo…
NO profesan amor, sino falsedad e hipocresía los indignos, los oportunistas, los que se esconden tras la máscara del embuste o el ofrecimiento falso de ayuda y paz, con las manos ensangrentadas del crimen y la barbarie.
Para los justos, los de corazón puro y solidario, el amor al sacrificio y al decoro NO conoce tempestades, abismos o vicisitudes, su manto es la verdad, una verdad que irradia luz y cae como un rayo fulminante sobre el desamor, la mentira y el odio de quien pretenda cerrar el paso a las obras perdurables…
Son muchos los que apuestan hoy por un futuro mejor, un mundo donde deberá reinar únicamente la solidaridad, el humanismo y la paz entre los hombres y en ese rumbo andamos hoy los cubanos.